
En Ciudad de México, una noche fresca típica de otoño en esta bella ciudad envuelve la fachada de Cine Tonalá. Afuera, una fila serpentea con fans, curiosos y cinéfilos que quieren presenciar el estreno de Yellow, la nueva serie de HBO que mezcla humor negro, adrenalina y un extraño —pero encantador— triángulo emocional. Adentro, el elenco empieza a tomar sus lugares. Y en medio del caos de fotógrafos, vasos de mezcal y nervios colectivos, aparece Lizeth Selene, flotando —casi literalmente— en un vestido de drapeados negros, brujil y etéreo, diseñado por la mexicana Paloma Lira.
Lizeth tiene ese aura que no se impone: te envuelve. Como si estuviera siempre a un par de latidos de contarte un secreto.

La historia de Yellow inicia con dos fugitivas que roban un taxi y descubren demasiado tarde que el auto no es automático. En un giro absurdo y maravilloso, se ven obligadas a secuestrar al conductor: un expiloto de Fórmula 1 en espiral suicida. Él se quiere morir; ellas no pueden permitirlo. No por misericordia, sino porque sin él… nadie puede manejar.
Es una comedia negra que pulsa entre la tensión, el desastre y un tipo de ternura rota que solo aparece cuando los personajes ya no tienen nada que perder. Entre esas aristas vive Nico, el personaje de Selene: una chica confundida, compleja, dulce a regañadientes, que experimenta desde la amistad hasta la sexualidad y el amor con una torpeza honesta —tan humana que duele.
“Creo que Nico me encontró a mí”, dice Lizeth. Y tiene sentido: desde su debut en Rebelde, la actriz ha buscado personajes que dialoguen con su propia identidad, con su mirada queer, con esa forma tan suya de nombrar el amor sin miedo.

El elenco reunido —Tessa Ia, Martín Saracho, Herednira Ibarra, Humberto Bustos— tiene ese brillo que aparece cuando un proyecto nace con entrañas. Están guapísimos, relajados, cómplices. Pero hay algo en Selene que corta el aire: una mezcla de serenidad y electricidad. Quizá es el vestido. Quizá es la risa. Quizá es que, a diferencia de muchos, ella no interpreta un papel: lo habita.
Entre saludos y fotos, se toma un momento para hablar con nosotros. No es una entrevista formal; es más bien una plática que podría haber pasado en una cocina a las tres de la mañana.
Tres estrenos en un mes. ¿Cómo lo estás viviendo?
Me siento muy agradecida y muy afortunada. Tener Cometierra, VGLY y Yellow afuera al mismo tiempo es un sueño. Estoy feliz de compartir con gente que admiro desde hace años. Y con Yellow… wow. Éramos un grupo de personalidades totalmente distintas, y eso hizo que la serie se sintiera viva. La química dentro y fuera del set se convirtió en familia.
¿Cual fue tu escena favorita?
El final. Cuando Richie se apodera de sí mismo y vamos por Dan. Es un momento donde Nico por fin deja salir lo que siente. Es amor. Es honestidad. Es magia.

Hablas de amistad como si hablara de un lugar físico.
Amistad es amor. Es hogar. Es estar presente. Es lo que puede salvarte en los peores momentos La amistad es amor, y un amor muy fiel. No creo que haya una diferencia real.
Nico te transformó.
Aprendí a ser más suave conmigo misma. A no tomarme tan en serio. A reírme de cosas que antes me daban ansiedad.

Esa es la esencia de Selene: magia con pies en la tierra. Una artista que rompe moldes en pantalla mientras se convierte en embajadora de ONU Mujeres. Una figura de YSL Beauty que reivindica la piel morena, los rasgos indígenas, los tatuajes y todo aquello que durante décadas nos dijeron que “no era imagen.”
¿Por que ver Yellow?
Porque es divertida.
Porque es profundamente humana.
Porque habla de amor sin etiquetas.
Porque está hecha en México —y se nota en su textura, su humor, su corazón.
Y porque Lizeth Selene, desde su vestido negro flotante hasta sus palabras suaves, nos lo pide con honestidad:
“Ábranse a ver algo distinto. Apoyemos lo que se hace aquí.”
Amarillo nunca se había visto tan brillante.

Articulo y entrevista: Cesar Alvarez
Fotografia: Adonay Sánchez
